Siendo objetivos

Sería engañoso sacar demasiadas conclusiones de la ajustada victoria majariega el pasado sábado ante el Olímpico. Cuando un partido transcurre entre railes tan estresados y el vagón pudiendo volcar en cualquier momento tanto a un lado como a otro, no parece acertado buscar excesivos motivos en el pasaje. Sería como intentar servirse una copa en mitad del puente de Tacoma. Aún habiendo llegado con buenas sensaciones y un feeling de mejora majariega en los últimos partidos, menospreciar a un rival directo como nuestros vecinos de Pozuelo era de imbéciles. Conociéndoles desde hace años, bien es sabido la verdadera condición de derby de estos enfrentamientos, sea en regional o en Nacional. Partidos siempre complicados, con el orgullo suplantando a menudo a la razón, vendiendo muy cara cada derrota al fin y al cabo.

En este entorno, tener un director de juego esquizoide no ayuda precisamente. Es como darle una caja de cerillas a un pirómano, o encerrar en una guardería al Duque de Feria. Pero me temo que, de nuevo, el desequilibrio gravitacional provocado por el desgraciadamente protagonista del partido me atrapa en el remolino de subjetividad del que renegaba en mi primer párrafo.

Volviendo al hilo de intentar apuntar hechos objetivos, mencionaré entre otras la floja defensa de Majadahonda en los maules, que se vio claramente superada y por la que llegaron de manera directa o indirecta los 4 ensayos locales. Quizá demasiado énfasis en defender el juego abierto que se dió de bruces con el abc de los de la omega. O también, esta vez en positivo, el excepcional momento de forma del capitán, que a menudo destaca de sus compañeros en ataque y en defensa. Es el paradigma de capitán motivador y líder en el frente de batalla, lo que no quiere decir que no deba prestar algo más de atención al control del descontrol por el que muchos de sus jugadores pasan demasiado a menudo. Y, por doloroso que resulte, un hecho que pasadas 48h me parece sufuciente tiempo como para poner encima de la mesa: la actitud contraria a los valores tradicionales del rugby de demasiados jugadores, entrenadores y aficionados de nuestro Club. Por muy malo que sea el árbitro, no es justificación para comportarnos como lo estamos haciendo, cada vea más. No querer verlo es ridículo, desde aquí pido un ejercicio de autocrítica y que cada cual corrija lo que esté en su mano. En casa y fuera de casa. En derbis o en torneos de seven playa.

Para ejemplo de objetividad, habiendo sido víctima de los mismos condicionantes pero con el agravante de encontrarse sin silla cuando terminó la música en la lotería del sábado, la crónica en la web de Olímpico. Así debiera haber sido mi crónica, pero se me adelantaron.